Ya no quedan dudas. El de Federico X de Dinamarca quedará por siempre recordado como uno de los más controvertidos aterrizajes en un trono. Incluso forzosos. Meses antes del 14 de enero de 2024, cuando tuvo lugar su proclamación como soberano en el imponente Palacio de Christiansborg, difícilmente se anticipaba este escenario. Sobre todo atendiendo a que Margarita II, su madre, gozaba de una popularidad intachable entre el pueblo danés. Lo anterior, además de haber dejado claro en varias ocasiones que no tenía intención alguna de abdicar en favor de su hijo en vida.
Pero lo terminó haciendo, y así lo anunció en el que sería su último discurso de año nuevo, el 31 de diciembre de 2023 y justo en un momento de lo más convulso para la percepción pública de la institución. La imagen de su primogénito, llamado a ocupar su lugar, se resquebrajaba tras haber visto la luz las imágenes de sus escapadas secretas a Madrid junto a Genoveva Casanova, la ex de Cayetano Martínez de Irujo. Y en el medio de esta vorágine, con los vientos de la polémica soplando con más fuerza que nunca, se gestó su ascenso al poder. Pese a las reticencias de una nación que, aún ahora, no parece estar del todo de acuerdo con sus formas de proceder.
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El despiadado análisis que la prensa danesa hizo sobre Federico
Quedó evidenciado el malestar con que su reinado ya fuese efectivo desde casi la primera hora. Y no solo en lo que a su crisis matrimonial con Mary Donaldson se refería, puesto que los daneses también pusieron en entredicho decisiones tan controvertidas como que se tomase vacaciones -varias veces- en los primeros meses ejerciendo como rey. Sea como fuere, pareciera que el tiempo terminó por calmar las aguas, o al menos así se extraía de las últimas revisiones a la crónica real... Hasta hace muy poco.
Porque lejos de ser la prensa extranjera la que sentenciaría su labor, ha sido un medio de su propio país el que arremetió directamente contra él. Un análisis que puede leerse despiadado y que el pasado 4 de marzo de 2025 publicaba el diario 'Ekstra Bladet', cuyo titular advertía de nula benevolencia: 'Federico vuelve a farfullar: es el rey indiscutible de las tonterías'.
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El texto remitía al modo en el que el monarca "divagó el martes -anterior- al expresar con palabras la grave situación que afronta el mundo". Para ello, nada mejor que las declaraciones del cronista Kim Bach, considerado uno de los mayores expertos en la Casa Real del país nórdico, que expresaba sobre su 'vacío' discurso que "se está consolidando como el rey indiscutible del disparate". Eso, y que "no creo que hayamos tenido un rey que haya jugado tan intensamente desde Federico V". "Es muy difícil no decir nada, y esa es la luz bajo la cual debemos ver las tonterías de Federico, por lo que debemos tener cuidado de no calificarlas como demasiado pequeñas", aseveraba también el especialista en realeza.
La falta de "libertad de expresión" que hay detrás de sus divagaciones
Más allá de la perspectiva del informador real, el medio antes citado no quiso desaprovechar la oportunidad de preguntar a otro especialista. En este caso, a un retórico, cuyo nombre es Jesper Troels Jensen, quien puso sobre la mesa que Federico "no tiene libertad de expresión". "Puede hablar de pintura y de arte, pero se trata de un discurso político y está obligado a pensar en no ir demasiado lejos", exponía este experto rompiendo una lanza en favor de las divagaciones del soberano.
Partiendo de esta base, y cuando se le proponía a Jesper valorar el discurso del Rey en una escala del uno al cinco, era claro al asegurar que le daría "un buen tres". ¿El motivo para no calificarlo con una nota más baja? Que lo que Federico contó es "completamente comprensible" aunque "no está seguro porque está en el ámbito político". Matices cuando menos relevantes que en ningún caso pueden contra críticas tan firmes como las de Bach, de las que se extrae un gran descontento.
Incluso la desazón, o esa sensación de vergüenza que se haya podido generar entre las gentes porque la persona encargada de representar a la institución más importante del país se perciba como alguien sin mucho que aportar. Una percepción que está en su mano revertir en futuras apariciones, aunque siempre atendiendo a, tal y como señala el retórico citado, que no es menester suyo inmiscuirse demasiado en asuntos de este tipo. Siempre guardando distancias cuando el tema es espinoso, pero tratando de demostrar que está al corriente de lo que sucede. Y, por descontado, que como Rey es capaz de expresar lo que cada momento precisa sin necesidad de irse por las ramas.