Fueron pareja envidiada y formaron una familia de anuncio. El matrimonio que la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, por entonces solamente conocido por su faceta como deportista en el balonmano, fue leído perfecto. Inquebrantable, incluso. Pocos pudieron augurar el desastre que vendría después y cómo todo terminaría saltando por los aires hasta el punto de terminar uno en prisión y la otra 'exiliada' en Ginebra, Suiza, para escapar de la vorágine.
Fue ese el primero de los gestos que manifestó precisamente el principio del fin, con el clarísimo precedente del estallido del caso Nóos que dejó una imagen para el recuerdo. La de un miembro de la realeza, la hija mediana de don Juan Carlos I y doña Sofía, sentada el banquillo de los acusados en calidad de imputada. Afortunadamente, y más allá de la multa, la hermana de Felipe VI no tuvo que pasar por la cárcel. No obstante, el inicio de la vida entre rejas en Brieva, Ávila, de su marido fue suficiente para evidenciar que ya no podía ser su marido.
Más tarde quedó todavía más claro, con la irrupción en escena de Ainhoa Armentia, que pronto pasó a convertirse en la nueva novia del vasco tras cumplir su condena. Un tiempo confuso, pues a pesar de que tenía carta blanca porque la Casa Real confirmó la "interrupción de la relación matrimonial", no fue hasta el pasado diciembre de 2023 que se formalizó su divorcio. La separación definitiva... ¿O no? Por increíble que parezca y muy a pesar de la infanta, las exigencias los mantienen unidos.
La petición de Urdangarin que la infanta rechaza
Exigencias por parte de Iñaki, cabe destacar. Porque a pesar de que ya han conseguido deshacerse de casi todo lo que les unía -obviando, claro está, a sus cuatro hijos-, hay cuestiones relativas al divorcio que siguen generando titulares. Para precisar, cuestiones que tienen mucho que ver con el acuerdo que firmaron y las condiciones que se estipularon para ambos, como es el caso de la pensión.
Ha sido el portal 'Monarquía Confidencial' el que se ha hecho eco de esta nueva 'disputa' entre Cristina y su ya exmarido, a partir de fuentes que remiten a la negativa de la infanta a aumentar la cantidad que le abona periódicamente a Urdangarin. Una nueva situación de incomodidad y tensión entre la hermana del Rey y el padre de sus hijos, sobre la que esas mismas fuentes apuntan que la posición de ella es firme. Está decidida y "no está dispuesta a aceptar más chantajes".
Esta información ha visto la luz ahora que la nueva realidad de ambos es vox populi. En el caso de Iñaki, una realidad que nos remite al País Vasco. Concretamente, es en la exclusiva urbanización vitoriana Ciudad Jardín el enclave en el que el ex duque de Palma se ha instalado junto a su nueva pareja. ¿Dónde? En un piso de alquiler a tan solo dos casas de distancia de su madre Claire Liebaert. El reflejo de un estilo de vida, que el entorno de la infanta sentencia en el citado medio con un "a ver cuánto le dura".
Una vida por todo lo alto que podría tambalearse
Porque tal y como apuntan estas fuentes, es importante resaltar que el futuro no se presenta del todo alentador para el que fuese yerno del Rey emérito y doña Sofía. "No tiene trabajo y quiere vivir por encima de sus posibilidades", exponen, y añaden un contundente e irónico deseo de "que lo disfrute mientras pueda". Algo que, por ahora, parece estar haciendo. Sea conduciendo el vehículo Volvo a nombre de su exmujer -e incluso se advierte domiciliado en Zarzuela- con el que ha sido visto en los últimos meses, o una moto de 'trail' valorada en 5.500 euros.
Todo lo anterior, mientras hace muy poco ha gozado también de unas vacaciones por todo lo alto en Camboya, así como una escapada romántica a Londres. Los dos viajes de la mano de Ainhoa Armentia, claro está. Un clarísimo resumen de su tren de vida actual, que en ningún caso prevé financiar Cristina. La infanta, que justo acaba de regresar a Barcelona y se ha hecho de nuevo con el primer piso que antaño perteneció a ella y su exmarido, está más dispuesta que nunca a comenzar una nueva etapa.