Hay estampas que hace un año hubieran sido totalmente impensables en el seno de la Casa Real y que ahora son una realidad. Pero si algo ha demostrado el 2024 es que los giros de guion son incesantes incluso en Zarzuela. Porque más allá de los avances de la princesa Leonor en su formación castrense, las dinámicas familiares también han variado significativamente. Cuestión de acercamientos entre miembros cuya relación parecía irreconciliable. Cuestión de regresos, como el de la infanta Cristina.
No es ningún secreto que la mediana de los Borbón y Grecia no ha tenido el trato más cercano con los miembros del núcleo duro de la Familia Real de un tiempo a esta parte. Al menos, no de cara a la galería. El convulso entramado por el que se vio salpicada por su matrimonio con Iñaki Urdangarin fue el catalizador de su separación definitiva de lo oficial. Años complicados en los que el escándalo del Caso Nóos tomó el protagonismo y un comportamiento poco ejemplar le valió perder el ducado de Palma. El oscuro relato de un escándalo sin precedentes para la monarquía que, por suerte, ya es cosa del pasado.
Y es que mientras que su ya exmarido fue condenado a 7 años de prisión -además de a un mes de inhabilitación especial y a abonar una multa de más de 500.000 euros-, Cristina tampoco quedó indemne. La infanta también estuvo en el ajo, y aunque en abril 2013 se le levantó la imputación, terminó condenada a devolver 265.088 euros por haberse "beneficiado de los delitos cometidos por su marido". El caso es que dejar de estar imputada fue un gran alivio y le permitió buscar una salida. Para ella, y para sus cuatro hijos, sometidos a una enorme presión mediática. Es por eso que, tan solo unos meses después de conocer la decisión de la Audiencia Provincial de Palma, puso rumbo a Ginebra.
En ningún caso supuso su traslado a la ciudad suiza el final de los problemas. El curso de lo legal siguió, aunque esta vez desde la distancia y con la tranquilidad de encontrarse en un lugar en el que mantenerse en un segundo plano era mucho más sencillo. Así comenzó una etapa prolífica y llena de cambios, con el paso a la adultez de sus vástagos y el divorcio definitivo del jugador de balonmano, que en realidad no se firmó hasta el pasado diciembre de 2023. Oficializar el final de su amor con Urdangarin y el inicio de una nueva era. ¿El momento propicio para volver a casa?
El revelador movimiento de Cristina que la sitúa en Madrid
Los más observadores de la Corona saben de buena tinta que la infanta ha seguido visitando España durante el tiempo que ha durado su residencia en Ginebra. Sobre todo en los últimos tiempos, con la mayor parte de su descendencia ya fuera de Suiza. Fuera para estudiar en el Reino Unido o para jugar al balonmano en Barcelona, como ha hecho su hijo Pablo, que forma parte del BM Granollers de la Liga Asobal.
Es por eso que las visitas a su tierra natal se han convertido en muy frecuentes, con el propósito de mantener su estrecho vínculo con la familia y con la tranquilidad de que ya nada la une a su exmarido. Es por eso que tendría todo el sentido que, tras tanto trasiego, hubiese tomado la decisión de regresar 'a casa'. Algo de lo que no hay una confirmación oficial expresa, aunque sus últimos movimientos podrían delatarla. Véase su reciente aparición en el funeral del empresario Juan Miguel Villar Mir. Un último adiós al empresario que tuvo lugar el pasado jueves 26 septiembre en Madrid.
Podría leerse como una visita de excepción y en una cita concreta, como también es una obviedad que desplazarse una tarde de entre semana no es excesivamente usual ni sencillo si se reside en otro país. El caso es que esta reaparición en escena se suma a otras tantas durante las últimas semanas, que demostrarían que moverse por la capital no es excesivamente complejo para ella. Como el resto de la familia del Rey, Cristina también estuvo presente en la reciente misa funeral por la muerte de su primo Juan Gómez-Acebo. Prueba segunda de que la infanta ya no se oculta, y además no parece tener complicación para personarse en los cónclaves más destacados del clan. Algo ha cambiado.
Su renovada cercanía con la Casa Real: ¿la pista definitiva?
Todo esto sucede después de un verano muy especial para la hermana de Felipe VI. El primero como divorciada, y, por tanto, como soltera a efectos oficiales desde hace muchos años. Un escenario que ha marcado la diferencia y que ha permitido situarla en diferentes puntos de la geografía española como Santiago de Compostela e incluso el Palacio de Marivent, en Mallorca. Allí se hizo saber que coincidió con los Reyes, con el necesario revuelo que su coincidencia en espacio y tiempo suscita tras todo lo sucedido. De forma mucho más orgánico, e intuyéndose un acercamiento a la Casa Real que cada vez es más evidente. Para muestra, las inesperadas imágenes de Cristina y el soberano en su llegada a la boda de Victoria López Quesada.
Una estampa que cogió a todos por sorpresa y en las que, tras muchos años evidenciando una distancia impepinable con su hermana, el monarca tomaba la determinación de acercar posturas. La tercera de las grandes pruebas para comprender ese regreso, si es que el mismo se ha hecho efectivo. A fin de cuentas, la situación ya no es la que era. Todo es más estable, más apacible. Felipe ya no le cierra las puertas a sentir que sigue formando parte del clan como hizo para salvaguardar la imagen de la Corona. Si Cristina todavía no ha vuelto, al menos sabe que hacerlo no será tan difícil como lo hubiera sido hace una década.