El día ha llegado. Tras muchos meses de preparación y con la inexorable expectación que un acontecimiento como este suscita, este 11 de enero de 2025 zarpa por fin el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano. El histórico navío se convierte de este modo en el nuevo hogar temporal de la princesa Leonor, que como los demás alumnos de la Escuela Naval de Marín embarcó en él el pasado miércoles 8, y ahora emprende este importante desafío que su formación castrense comprende.
Cádiz es el punto de partida para ella y el resto de guardiamarinas que durante los próximos seis meses aprenderán todo sobrevivir en alta mar. Algo que, desde que se hizo saber que cumpliría con esta etapa de la educación militar, tal y como su padre Felipe VI hizo antaño, ha suscitado todo tipo de dudas. A fin de cuentas, y aunque ya con el bagaje de haber pasado los últimos tres años lejos de su familia -los dos primeros en Gales cursando el Bachillerato Internacional y el tercero en la Academia General Militar de Zaragoza-, la heredera se marcha. Y se marcha para ser una más.
Es esa una de las máximas que se han querido transmitir desde la Corona desde el primer momento en el que la Princesa de Asturias comenzó esta fase de su formación. Y con salvadas excepciones, lo cierto es que tanto en Zaragoza como en Pontevedra se han ajustado las enseñanzas de Leonor para que sean tan similares a las de los demás como sea posible. ¿Seguirá siendo así en 'Elcano'? Hasta donde se ha hecho saber, es evidente que sí. De hecho, no son pocos los protocolos con los que tendrá que lidiar la futura jefa de Estado a bordo de la embarcación.
Como el resto de alumnos, Leonor cumplirá con los protocolos
Porque está claro que esta no es una embarcación cualquiera, de modo que las formas de proceder en ella tampoco serán las comunes. La premisa es aprender todo lo necesario para subsistir en esta situación tan particular, pero hay reglas. Muchas. El Rey, que conoce bien el navío, lo sabe, y ahora será su primogénita la responsable de afrontarlas con la disciplina y compromiso que las Fuerzas Armadas requieren. Sin privilegios y enfrentándose a todo tipo de retos, como aprenderse la nomenclatura técnica para referirse a todos los palos, velas y cabos de la cubierta.
Y esto no es más que el principio. Tanto ella como sus compañeros de la Armada deberán seguir todos y cada uno de los pasos estipulados en su horario y calendario de tareas. Entre esas tareas, se destacan las guardias. Guardias, sí. Obligatorias, además, de modo que no hay forma de que Leonor quede exenta de esta labor que, de acuerdo con la información disponible, empiezan a las cinco de la mañana. Tres horas después, a las ocho, los guardiamarinas que estén de guardia se verán sometidos a un examen para demostrar si han asimilado los conocimientos que precisan adquirir.
A todo lo anterior cabe añadirle otras tantas actividades, como las imponentes -a la par que espectaculares- maniobras de vela, así como las clases o el tiempo de estudio en la sala común habilitada para ello. Todo en un entorno inevitablemente nuevo al que tendrá que acostumbrarse, que comprende, además de a los estudiantes y a la tripulación, a numerosos ayudantes, un médico, un cocinero, una banda de música e incluso un sacerdote. Por supuesto, entre los tripulantes está el capitán. Y sobre él recae otro asunto que atañe a la princesa, pues cada día deberán los alumnos, divididos en grupos de dos o tres personas, turnarse para comer con él.
Una larga travesía para la que Felipe ya la ha preparado
Con todo, no será fácil. Y nadie mejor que el Rey para aconsejar a Leonor ante la larga travesía que ahora comienza, ya que él ha vivido esa misma experiencia en primera persona. De ahí que hace tan solo unos días, el pasado 6 de enero y en el marco de los actos de la Pascua Militar que cada año se celebran, el monarca apostase por transmitirle públicamente un importante mensaje a su hija mayor.
Una misiva que seguro no es más que la punta del iceberg de todas las recomendaciones que el soberano ya le habrá expresado, pero que a ojos de los presentes quiso remarcarle que será uno de "tus mejores recuerdos de formación militar". "La mar es un aprendizaje y un desafío permanente", exponía Felipe, para después cerrar con un deseo. El de que tanto ella como su clase aprovechen "al máximo esta experiencia, porque os seguirá valiendo, como me ha valido a mí, para toda la vida".