Leonor ha vuelto a la primera línea. No es que haya estado escondida, sino que simplemente estaba ocupada. No sin esfuerzo y dedicación iba a conseguir superar el último de los grandes retos con el que ha tenido que lidiar dada su condición de heredera. La futura Reina de la nación se está preparando a conciencia para la posición que, más temprano o más tarde, tendrá que asumir por ser la primera en la línea de sucesión al trono. Y esa primera gran tarea era cumplir con el primer curso de formación militar que finalizó el pasado 3 de julio. El punto y aparte de una etapa vital que vivió de la mano con su padre. Tan juntos como se han dejado ver este mismo viernes.
La princesa ya no es luna niña y sabe de buena tinta que no son pocas las responsabilidades que tiene que cumplir. Estar a la altura de su posición, de las expectativas y presentarse en todos aquellos actos que requieran de su asistencia. Sobre todo en el terreno castrense, puesto que tras ser nombrada dama alférez cadete por Felipe VI, su implicación con la institución militar no cesa. Para muestra, el hecho de que tan solo dos días después del acto que tuvo lugar en el patio de armas de la Academia Militar de Zaragoza, ha retomado sus compromisos. Esta vez, en Cataluña.
Leonor y Felipe, cómplices en su último gran acto conjunto
El hecho de reforzar la importancia de las Fuerzas Armadas en los eventos a los que acude Leonor últimamente no es baladí. Porque más allá de ser protagonista de desfiles o momentos tan señalados como la Pascua Militar del pasado mes de enero, la primogénita del soberano no ha querido faltar a la cita del Rey en el municipio de Talarn, en Lleida. Este 5 de julio, padre e hija se han desplazado hasta la Academia General Básica de Suboficiales, en un debut para la princesa como recién graduada en la instrucción Ejército de Tierra que ha coincidido con el 50º aniversario de la institución. También con las cinco décadas de la creación de la Escala Básica de Suboficiales, así como con la gran ceremonia de la jornada: la entrega de Reales Despachos a la promoción presente que, como ella,acaba de finalizar la formación.
Ha sido alrededor de las 11:00 h cuando Felipe y su hija, esta vez sin la compañía de Letizia y la infanta Sofía –que no se perdieron el gran día de la princesa en la capital aragonesa–, han aparecido en el patio de armas. Ambos uniformados con el atuendo propio del Ejército de Tierra, como ya los vimos el pasado miércoles, pero con la particularidad de que la nieta de Juan Carlos I lo ha podido adornar con sus nuevos distintivos. Además de la estrella de siete puntas que su cargo de alférez le ha valido, también la banda blanca de la Gran Cruz del Mérito Militar que se le otorgó Con el lugar perfectamente adornado para la ocasión, ambos han procedido con el saludo a las autoridades asistentes al espacio, para después ubicarse en la tribuna donde, sin duda, la complicidad entre ellos ha sido la gran protagonista.
Y es que en el tiempo que ha durado el acto de rigor, después de sonar el himno de España y antes de poder charlar, de forma más informal, con todos los presentes, la conexión entre Rey y heredera ha sido indiscutible. De nuevo, Felipe ha mostrado ese lado más paternal, sin perder el decoro implícito en una ocasión de estas características, pero pendiente de su hija en todo momento. Miradas delatoras, confidencias y otros tantos gestos con los que, una vez más, el jefe de Estado ha demostrado que siente una predilección absoluta por sus hijas. En este caso concreto, por Leonor, puesto que nadie como él puede comprender tanto la presión que recae en ella. Él le da los mejores consejos, y ella, con total admiración, los escucha con atención para no fallar en su cometido.
Las diferencias entre la relación padre e hija y SU vínculo con Letizia
Aunque no hay ninguna duda de que el Rey siempre ha adorado a sus dos hijas, el devenir de los últimos acontecimientos ha reforzado notablemente la relación entre él y la mayor. Leonor, que había pasado los últimos dos años alejada de sus padres para cursar el Bachillerato Internacional en Gales, ha vuelto a casa. Pero es que no es solo cuestión de estar más o menos cerca, sino de que, por haber finalizado los estudios al uso, ya ha comenzado a seguir los mismos pasos que en el pasado hizo su padre. Es por eso que, aunque Letizia siempre la tiene presente y no duda en demostrarle todo el afecto posible –véase el emotivo abrazo que le dio en la entrega de despachos del 3 de julio–, es indudable que el trato entre ellas es bien distinto.
Para comprenderlo, desde CLARA remitimos a las declaraciones aportadas por Vanessa Guerra, nuestra experta en comunicación no verbal. Fue a raíz de un encuentro entre los Reyes y la princesa en el pasado mes de mayo, con motivo de la tercera jura de bandera de don Felipe. Un momento de reunión del que solo se compartieron algunas instantáneas en el patio de armas, donde se apreciaba a "unos padres orgullosos de lo que ha hecho su hija"; pero había "muchísima más interacción y comunicación entre Leonor y el Rey". "Él la mira con una sonrisa muy tierna y cariñosa. Luego se separan, y él le pone la mano derecha en su hombro derecho. Es un gesto de orgullo y de protección (...). Hay un vínculo padre-hija muy cercano", nos contaba la especialista. Lo anterior, en contraposición a que "no mira a su madre en ningún momento". Es en casos como este cuando, ante todo, busca su lugar y "se mantiene en un buen segundo plano".