El 2024 que ahora termina ha sido el año grande de Federico de Dinamarca. Doce meses que se han servido como una segunda oportunidad. Como la ocasión ideal para renacer cual Ave Fénix tras el desastre. Y eso que no fue poco el desastre. Cuando tan solo quedaban algunas semanas para que se cerrase el 2023, la sombra de una presunta infidelidad a su esposa -entonces princesa- Mary, empañó todo atisbo de serenidad en el país nórdico. Poco después, y en un momento de lo más convulso, se convirtió en Rey

Margarita II, su madre, adorada por el pueblo danés, sorprendió al mundo anunciando su decisión de abdicar en favor de su hijo durante el discurso de final de año. Una decisión irrevocable que se le presentaba al ahora soberano como la oportunidad perfecta para resarcirse tras todas las críticas. No solo aquellas que aludían a su supuesto idilio con Genoveva Casanova en Madrid, sino también a las que cuestionaban lo que hacía y deshacía en su tiempo de ocio.

Un año más tarde queda claro que el nuevo Rey ha hecho todo lo posible por dejar la controversia atrás y cumplir con su cometido. Eso sí, siendo fiel a esa energía que trasciende lo oficial. Y es que en la vida de Federico X no son todo actos oficiales y sonrisas de cara a la galería. Al monarca le gustan mucho los eventos privados. Desde esas fiestas en las que puede despojarse de toda pompa hasta las cacerías, como en la que se conoció con la exparticipante de 'MasterChef Celebrity' con la que tan buenas migas hizo. Un Rey ocioso, al fin y al cabo.

Las exclusivas cacerías que lo unieron con Genoveva

Este tipo de eventos que tanto disfruta Federico beben directamente de la herencia familiar. Concretamente, de esas cacerías reales que organizaba su madre Margarita año tras año, en los bosques de Gribskov, al noreste de Selandia. Una forma de promoción de la temporada cinegética, con él vestido de camuflaje y con sombrero kaki de fieltro paseando por los terrenos, para después brindar en el Dome Hall del Castillo de Fredensborg por "todos los buenos cazadores".

Cacería Federico de Dinamarca
@detdanskekongehus

Y en una situación similar, aunque radicalmente distinta, se conocieron él y la ex de Cayetano Martínez de Irujo. Distinta, porque en ningún caso era una de estas cacerías reales. Similar, porque sí que fue en una cacería. Extraoficial, eso sí. Según apuntó Susanna Griso en 'Espejo público' cuando la noticia vio la luz, este tipo de actividades donde sus caminos se cruzaron "requieren de un gran desembolso de sus participantes, dinero que habrían tenido que abonar ambos protagonistas"

En lo que a la ubicación se refiere, se señaló que suelen organizarse en Alemania y en Austria. Eso y que, tal y como añadió Alessandro Lequio a la información anterior, por norma general eran leídas estas cacerías como encuentros que "se organizan para señores, con la prohibición expresa de ir acompañados de sus esposas, pero libertad total para llevar a todas las amigas que se quiera".

La última fiesta blindada de Federico y mary en Madrid

Más de un año después de que su escapada secreta a la capital española trascendiese vía reportaje fotográfico en la revista 'Lecturas', y ya -aparentemente- con la crisis matrimonial resuelta, Federico sigue entregado al disfrute. Basta con echar la vista a una de las fiestas privadas a la que asistió tan solo unos días atrás para dar fe de ello. Con la particularidad de que, de nuevo, el evento tuvo lugar en Madrid. Esta vez acompañado de su mujer, el padre del príncipe Christian voló hasta España para no perderse la celebración del cumpleaños de un miembro de la familia Baumbach.

Es esta una de las estirpes más pudientes de Alemania, propietarios de la farmacéutica Boehringer Ingelheim, y los responsables de que el Rey haya vuelto al lugar donde todo estalló por los aires. Bien, no a Madrid centro. El lugar donde se citaron los invitados de excepción a esta fiesta de alta pomposidad fue la finca Soto Mozanaque, propiedad del duque de Albuquerque, a unos veinte kilómetros de la ciudad.

Y además de ellos, también se ha hecho saber que entre los que lo pasaron en grande estaba también otro matrimonio real: Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda. No es de extrañar que, como ha señalado el portal 'Informalia' entre los métodos para blindar la privacidad de los asistentes se precintasen los teléfonos móviles. Todo medido para evitar disgustos, que por viajar a nuestro país ya tuvo Federico suficientes.