Juan Sebastián de Elcano. El nombre de un vasco erigido en uno de los marinos españoles más célebres por ser el primero en dar la vuelta al mundo conocida allá por el siglo XVI. También un nombre que en este 2025 vuelve a estar en boca de todos, aunque esta vez sea por el bergantín-goleta de la Armada Española homónimo. El mismo barco con el que el explorador terminó la expedición tras fallecer Fernando de Magallanes en el año 1522, y ahora el nuevo hogar de Leonor de Borbón y Ortiz, la Princesa de Asturias.

Hogar temporal, cabe destacar. Cualquiera que haya seguido los pasos de la actual heredera al trono sabe de buena tinta que solo son seis los meses durante los que tendrá que instalarse la joven en la embarcación. Una tarea que se extrae de su formación castrense para ser la futura jefa de las Fuerzas Armadas. Esa etapa académica que comenzó en el 2023 en la Academia General Militar de Zaragoza y que en 2024 siguió con su ingreso en la Escuela Naval de Marín. Tan solo unos meses después de instalarse en Pontevedra, ha zarpado a bordo de 'Elcano'. Tal y como lo hizo su padre en 38 años atrás.

Felipe en Marín 1987
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Y es que cabe poner en valor una vez más que la travesía de seis meses en alta mar que ahora afronta la princesa no es más que otro de los 'checks' que marcar en su proceso de preparación para ser la próxima Reina. Ese proceso con el que, a pesar de que muchos no lo recuerden porque ya casi cuatro décadas, también tuvo que lidiar Felipe VI cuando era un jovencito de 18 años. El 5 de enero de 1987, el entonces Príncipe de Asturias se subía al navío con los mismos nervios, ilusión y compromiso que lo ha hecho ahora Leonor. Pero, ¿cómo fue su experiencia completa surcando los mares?

Con solo 18 años y como uno más entre sus compañeros

"La mar es un aprendizaje y desafío permanente", le decía Felipe a Leonor a modo de consejo en los actos de celebración de la pasada Pascua Militar. Bien lo sabe el monarca, que junto a 318 compañeros de la 389 Promoción del Cuerpo General de la Armada emprendió la aventura en el final de la década de los 80. Y como ahora le sucederá a su sucesora, durante los meses que duró su crucero de instrucción hasta los Estados Unidos -siendo Baltimore su destino final y Nueva York el de su hija también hizo escala en muchos países, aunque él pasó por unos pocos menos de lo que lo hará la nieta de Juan Carlos I.

Felipe en Elcano 1987
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Para precisar, él y el resto de guardamarinas vieron Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, Río de Janeiro, Buenos Aires, Montevideo, San Salvador de Bahía y Santo Domingo antes de llegar al gigante americano. Todo en las mismas condiciones, cumpliendo con los estrictos protocolos y horarios que los alumnos deben asumir. Desde las clases, pasando por las actividades dedicadas a aprender nociones de navegación, geografía marina o astronomía, sin obviar las guardias nocturnas o las misas mañaneras. En todo momento lidio con lo  los demás. Todos hombres, claro está, puesto que la integración de las mujeres en la Marina no se produjo hasta 1988.

Felipe en Elcano
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El caso es que en todo momento era leído uno más. Las mismas rutinas e incluso las mismas literas, de las que se sabe que la 35 es la que él ocupó durante su tiempo allí. Siempre con la máxima de la integración y la no-excepcionalidad por delante, sin trato de favor alguno. Siempre... O casi siempre. Solamente hubo algunas excepciones. Véanse las que atañen al protocolo, como su encuentro en la Casa Blanca con Ronald Reagan al llegar a los Estados Unidos. O la que respecta a la celebración de su cumpleaños, pues Felipe alcanzó los 19 cuando solamente llevaban 25 días navegando. No precisamente porque organizase un festejo en la nave, pero sí se sabe que "el comandante no pudo resistirse a ofrecer una copa de vino en la toldilla y hacerle entrega de unos obsequios por parte de sus compañeros". 

La desconocida infracción que pudo costarle el arresto

Esta variación en lo establecido la desveló el teniente coronel José Antonio Alcina, que ejerció como el encargado de supervisar su formación académica y  castrense hasta el año 1993. De ahí que no le falten los datos sobre todo lo acontecido el tiempo en el que el monarca estuvo atravesando el Atlántico. Prueba de ello quedó en 'Felipe VI', un libro de más de 800 páginas donde Alcina también señala a un desconocido episodio que podría haber terminado en desastre. Incluso en sanción, y de las graves.

Fue en el mes de mayo, cuando el buque estaba a punto de amarrar en Baltimore tras tantas semanas de travesía. Con el viaje ya casi concluido, se le permitió al actual soberano hacer la parada en el puente de mando. No obstante, según el relato de su tutor, Felipe tenía otros planes y después de pasar un tiempo "no aparecía por ningún lado". Comenzarían así a buscarlo por todas partes y "próximos ya a rebasar el puente miramos hacia la cofa del palo trinquete" y allí estaba él. "Con su cámara de fotos", tratando de inmortalizar tan emotiva llegada a tierra. Un gesto inocente que en realidad "era un motivo para el arresto", pero tanto el comandante como Alcina "dejamos que la pequeña transgresión pasara inadvertida".