Leonor nunca olvidará el 2024. Y no porque los años anteriores no trajeran consigo incontables experiencias para el recuerdo. Sin ir más lejos, el pasado fue acuñado como el de la 'Leonormanía', por aquello de que la heredera pasaba al primer plano tras haber cumplido la mayoría de edad. De todos modos, antes de soplar las velas por su 18 cumpleaños ya había dado uno de los grandes pasos en su carrera como futura Reina. Un 'check' indispensable en los requisitos que su posición dentro de la Casa Real supone. El de la formación militar, en la primera de las etapas, que este 3 de julio ha llegado a su fin.

Es por eso que será este otro de esos años que la Princesa de Asturias siempre llevará en la memoria. El de poner punto y aparte a una aventura que, a pesar de que acaba de comenzar, ya le ha valido nutrirse de una experiencia totalmente distinta a lo que conocía. Poco o nada queda de aquella joven que, nerviosa e ilusionada, se instaló en la Academia Militar General de Zaragoza el pasado mes de agosto. Ese ha sido su hogar desde entonces, donde ha permanecido en las mismas condiciones que el resto de compañeros para aprender todo lo necesario sobre las labores del Ejército de Tierra. Casi un año después, y con el pesar de tener que despedirse del luga, a la primogénita de Felipe VI le toca seguir su camino. Y qué mejor para cerrar este ciclo que hacerlo con un momento histórico.

Felipe VI nombra dama alférez cadete a su hija Leonor

Ataviada con el uniforme tradicional de color caqui, atuendo inseparable desde que entró en filas, Leonor se ha personado junto a sus compañeros de segundo curso en la jornada que la ha convertido en protagonista. Todo en el marco de un acto solemne celebrado en ese patio de armas de la AGM que ya conoce como su mano, y con la necesaria presencia de sus familiares.

¿Por qué necesaria? Porque el acontecimiento que hacía semanas venía anunciándose consistía en la habitual entrega de despachos de alférez. Habitual, pero con matices, porque la presencia en escena de la princesa ha modificado el orden habitual del procedimiento. Todo con el propósito de que ella sea la primera en ser nombrada dama alférez cadete, por delante de los nuevos tenientes del Ejército y de la Guardia Civil. Así se ha acordado desde la Casa Real, dada la excepcionalidad de las circunstancias, y atendiendo también a que la heredera ha concluido dos cursos en uno.

A pesar de las diferencias con otros años, el acto ha ido según lo previsto, y en primer lugar se ha procedido a dar lectura del Real Decreto. Después, sobre las 11:30 h ha tenido lugar la llegada de los Reyes y su hija pequeña, la infanta Sofía. Allí han sido recibidos al son del himno nacional y 21 salvas de cañón, para después hacer una revisión de fuerza y saludar a las autoridades presentes, como Jorge Azcón, presidente del Gobierno de Aragón, o la ministra de Defensa, Margarita Robles.

Felipe Letizia Sofía
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Protocolos aparte, por fin ha llegado el momento más esperado del día. Un evento que, de ahora en adelante, quedará marcado en la historia de la dinastía por sus implicaciones institucionales y emocionales. El patio acogía los pasos de una Leonor nerviosa, pero con la firmeza que la ha caracterizado desde que emprendió este gran reto, se ha dirigido a la mesa de presidencia. No es de extrañar que tuviera la inquietud de no errar, porque allí la esperaba su padre.

Abrazo Leonor Felipe
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El Rey, como hizo Juan Carlos I con él en el año 1986, ha sido el encargado de hacerle entrega del despacho. Lo anterior, además de una condecoración extra que él también recibió cuando finalizó su estancia en la institución militar aragonesa. Esa Gran Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco que ha colocado en el pecho de su hija, en un gesto tan cómplice como de costumbre y con una enorme sonrisa imposible de disimular, sin perder el decoro implícito de la escena. También dedicándole un abrazo y más palabras de las que acostumbra a tener con los alumnos en los minutos de que ha durado el 'tú a tú'. Gesto, de nuevo, de excepción, pues por mucho que se haya procurado mantener la igualdad de condiciones con el resto de alumnos, desde el principio estaba claro que ella no era una más.

Leonor
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Prueba de ello ha quedado en que llevaba el lazo anudado en el lado opuesto a los demás, además de haberse colocado a la derecha de la fila en la primera disposición. Lo mismo ha sucedido cuando Manuel Pérez López, el director de la academia en su discurso, ha hecho una mención especial a la princesa.

La celebración menos formal de la princesa y sus compañeros

Los meses que Leonor ha pasado en Zaragoza ha trascendido la responsabilidad oficial. Y no porque la haya dejado desatendida, sino porque la ha compaginado a la perfección con el disfrute del tiempo libre. Esos ratos fuera de las aulas y sin pensar en las maniobras en los que ha compartido confidencias y fiestas con sus nuevos amigos. Tomar un refresco en alguna terraza, salir a bailar por discotecas de la zona o visitar el municipio de Jaca para subirse a unos autos de choque han sido algunos de los planes extraacadémicos de su agenda. Sin duda, la enésima demostración de que los formalismos pueden coordinarse con la diversión, como ha quedado plasmado también en este acto de entrega de despachos.

Rompan filas
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Concretamente, el gesto más representativo de esa voluntad de 'romper con todo' ha quedado latente al unísono del tradicional -y divertido- "¡rompan filas!". Ese instante en el que la rectitud queda a un lado y los cadetes lanzan al aire su boina para celebrar el final de la fase de formación. La guinda del pastel del acto castrense la ha puesto un cóctel distendido, también en el exterior del edificio, en el que Leonor ha podido compartir espacio junto al núcleo duro de la Casa Real sin necesidad de salvar las distancias. La última ocasión para encontrarse allí, antes de comenzar unas vacaciones en las que responsabilidades oficiales no van a quedar a un lado. Sin ir más lejos, el próximo 9 de julio se desplazará hasta Lloret de Mar con motivo de los actos previos a los Premios Princesa de Girona.