La opulencia, el lujo y la ostentación son algunos de los conceptos que más se hermanan con el Principado de Mónaco. El diminuto país enclavado en la Rivera francesa, entre el mar Mediterráneo y las bajas estribaciones de los Alpes, poco tiene de pequeño si se revisa la historia. Comenzando por un terreno tan particular como el de la monarquía que allí reina, pues tal y como sucede con otros micro-Estados europeos como Liechtenstein o Andorra, allí también hay príncipes soberanos. Sea como fuere, la retrospectiva sentencia a los Grimaldi como una dinastía a tener en cuenta.

Una estirpe de referencia, incluso. A fin de cuentas, por ínfimo que sea el territorio en el que la familia real monegasca ostenta el primer escalafón del poder, al echar la mirada al pasado es imposible pasar por alto al clan. Cuestión de reputación, entre escándalos y una estructura que se ha vertebrado entre mujeres de portada, deportistas de élite e incluso actrices de renombre. Esto último como catalizador si se apunta a la malograda esposa de Raniero III, que entre rodajes y cargar con el título de musa de Hitchcock también sacó tiempo para aterrizar en la monarquía.

Raniero III, el príncipe que se enamoró de la hollywoodiense Grace Kelly

Es esta una historia cuyo punto más primigenio nos sitúa en la década de los 50. Concretamente, viajamos hasta el año 1955, cuando la estadounidense Grace Kelly se desplazó hasta Mónaco con motivo de la grabación de la película 'Atrapar a un ladrón'. Fue en ese periodo en el que la actriz se alojó en el Principado junto al resto de la compañía cinematográfica cuando el príncipe Raniero quedó prendado de ella. Y tras seguirle la pista hasta América y conseguir el consentimiento de sus padres, comenzaron a salir.

Raniero III y Grace Kellu
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En un abrir y cerrar de ojos, y contradiciendo el dicho que 'las cosas de palacio van despacio', estaban casados. De pronto, Kelly, que solo tenía 26 años y se encontraba en la cima de su carrera tras ganar el Oscar a la mejor actriz por 'La angustia de vivir', se retiró del cine y pasó por el altar. El 19 de abril de 1956, la catedral de Mónaco acogió su enlace con el príncipe y todo cambió para siempre. Para el país, porque la entrada en acción de Grace fue sinónimo de bonanza, y para la pareja, que menos de un año después ya había dado el paso de tener hijos.

Rainiero III, Grace Kelly y sus hijos Carolina, Alberto y Estefanía
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El 23 de enero de 1957 nació Carolina, su primogénita, y la mayor de tres hermanos. Porque sí, antes de enviudar Raniero tuvo la oportunidad formar una familia numerosa. Una de esas de anuncio, además, pues ninguno de sus vástagos pasó -ni pasa- desapercibido desde que llegaron al mundo. Fueron durante muchos años ellos su consuelo, tras enviudar en 1982, cuando su esposa falleció la forma más inesperada a causa de los daños sufridos en un accidente automovilístico.

Carolina y Estefanía de Mónaco, 'it girls' por antonomasia

Y sin duda ese legado de importancia y gestión de la notoriedad que la protagonista de 'Sola ante el peligro' cultivó recayó pronto en sus hijas, 'it girls' por antonomasia. Sobre todo en la mayor, en la princesa Carolina de Mónaco, que pasó a ocuparse muchas de las responsabilidades de su madre tras su fallecimiento. Un peso enorme al que se sumaría una trayectoria vital angustiosa.

Especialmente en el terreno amoroso, con un primer matrimonio con Philippe Junot que no cuajó y un segundo con Stéfano Casiraghi que se vio truncado en 1990 con la muerte del deportista italiano. Con el primero no tuvo descendencia, pero del segundo le queda el recuerdo de sus tres hijos mayores. Andrea, el mayor, Carlota, la mediana, y Pierre el tercero. Y doce años después de nacer el más pequeño, ya casada con el príncipe Ernesto de Hannover, dio a luz a su última y cuarta hija, la princesa Alexandrade Hannover. En el 2009, Ernesto y Carolina se separaron de hecho.

Carolina de Mónaco y sus hijos
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Salvando las distancias en la desdicha amorosa, no menos titulares acaparó el nombre de su hermana pequeña. La princesa Estefanía de Mónaco, nacida el 1 de febrero de 1965 y única integrante del clan Grimaldi que viajaba junto a Grace Kelly en el trayecto que le costó la vida, siempre fue la más polémica. Acuñada rebelde, díscola e incluso difícil, probó suerte en la moda, el circo e incluso en el mundo de la canción. La cuestión es que en lo amoroso tampoco faltaron las controversias, comenzando por sus hijos.

Estefanía de Mónaco con sus hijos
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En 1992 nació su primogénito Louis y en 1994 su hija Pauline. Ambos fruto de su relación con Daniel Ducruet, uno de sus guardaespaldas, con el que no se casó hasta el año 1995, de modo que no pudieron ser incluidos en la línea sucesoria al trono hasta ese momento. El caso es que el matrimonio no duró demasiado y en 1996 se divorciaron, después de que vieran la luz imágenes de Ducruet manteniendo relaciones sexuales con una joven belga.

Su tercera hija, Camille, también nació de un idilio con un guardaespaldas. Al no casarse nunca con Jean Raymond Gottlieb, el padre, la más joven de sus hijos no está incluida en la línea sucesoria. En la actualidad, y tras un segundo matrimonio con el acróbata Adans López Peres, al igual que a su hermana mayor no se le conoce pareja a fecha de 2024.

Alberto II, el soberano actual y padre de familia junto a la frágil Charlene

No deja de ser llamativo que en la actualidad siga vigente la Ley Sálica. Es decir, la que dicta que el hombre, a pesar de no ser el primogénito de los soberanos, tenga preferencia en la línea sucesoria. Esta norma, erradicada en la mayoría de las monarquías europeas todavía aplica en Mónaco, y es por eso que Alberto, el segundo de los hijos de Rainiero III y Grace Kelly, es príncipe soberano. Un puesto que ostenta bajo el nombre de Alberto II de Mónaco desde el 2005, cuando su padre falleció antes de cumplir los ochenta y dos. Desde el 2011, comparte su vida con Charlene Wittstock, su esposa. 

Alberto y Charlene
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Su Alteza Sereníssima la conoció en el año 2000, aunque no comenzaron a salir hasta el año 2006 y se los vio juntos por primera vez en público en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín ese mismo año. Un evento deportivo que tenía mucho que ver con la profesión de Charlene, natural de la antigua Rodesia, pero de familia alemana, que se dedicaba a la natación de manera profesional.

Un camino de esfuerzo y exigencia que cambió por otro similar por amor Alberto. Se convirtió al catolicismo, tomó clases de francés y monegasco, aprendió de protocolo... Y fue madre. Casi tres años después de formalizar su unión civil el 1 de julio de 2011, Wittstock dio a luz a sus dos únicos hijos: Jacques y Gabriela.

Alberto, Charlene, Jacques y Gabriela
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Son mellizos y ambos nacieron el mismo día -el 10 de diciembre de 2014, con el matiz de que la niña llegó al mundo dos minutos antes que su hermano-, pero la norma que erige a su padre Alberto en el actual soberano se mantiene con sus vástagos. Es por eso que, aunque Gabriela es ligeramente más mayor que su hermano, ella ostenta el título de condesa de Carladès, es Jacques quien además de marqués de Baux es el heredero al trono y está llamado a ser el futuro príncipe soberano de los monegascos.

Los 'olvidados' Jazmin y Alexandre, nacidos fuera del matrimonio real

Podría decirse que Alberto, que ya tenía 53 años cuando se casó con Charlene, no llegó del todo 'libre de cargas' a su primer y ansiado matrimonio. Algo que remite directamente a sus otros hijos. Porque sí, hay otros hijos. Mucho más mayores que los mellizos Jacques y Gabriela y, además, de dos relaciones del pasado distintas. Comenzando por la mayor, que es Jazmin Grace Rotolo -reconocida como Jazmin Grace Grimaldi-, nacida en 1992 en el medio de su noviazgo con la estadounidense Tamara Jean Rotolo.

Jazmin Grimaldi
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El mismo supuesto aplica a su hermano menor por parte de padre y que nació más de una década después. Y no, de nuevo no se trata de Jacques. En el 2002 llegaría al mundo Alexandre Éric Stéphane, hijo del príncipe soberano de Mónaco a raíz de su relación con la togolesa Nicole Valérie Coste. 

Alexandre Grimaldi
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A pesar de que no son ningunos desconocidos en la esfera pública y de la importancia del rol de su progenitor en el Principado, el hecho de que nacieran fuera de un matrimonio real es lo que marca la gran diferencia. Y es que por lo establecido en la ley monegasca, y aunque sí gozan de los beneficios económicos así como heredarán la fortuna que les corresponde, ni Jazmin ni Alexandre tienen acceso a la línea de sucesión.