El bagaje de la experiencia y el recuerdo de lo bueno vivido es importante, pero en ningún caso quitan que también es hacerse mayor un proceso complicado. En el camino de la veteranía no faltan los obstáculos y a veces la paz no es tan fácil de encontrar. Más todavía cuando el día a día se nubla por las dificultades que afectan a nuestros seres queridos. Porque más allá de las pérdidas, cuya lectura siempre termina por ser un "es ley de vida", convivir con el deterioro de alguien próximo es un reto mayúsculo. Un desafío con el que, a pesar de las sonrisas, la reina Sofía lleva lidiando mucho tiempo.
Es evidente que no han sido unos meses fáciles para la emérita. A sus 86 años, la madre de Felipe VI, que siempre ha procurado mantenerse en la primera línea de actuación de la Corona y sigue siendo un miembro activo de la Familia Real, ha tenido que volver a hacer frente a los escándalos de su marido. Mientras Juan Carlos I sigue ajeno a la vorágine en Abu Dabi, donde lleva instalado desde el 2020 sin fecha de regreso a casa en el horizonte, sus infidelidades volvieron a escena con la publicación de las imágenes de sus tórridos encuentros con Bárbara Rey. Una enésima polémica a la que, como siempre, Sofía trató de digerir con la mejor de sus sonrisas.
Esas sonrisas que no son más que una carcasa, porque es evidente que la que fuera Reina consorte del país hasta hace una década no atraviesa el mejor de sus momentos en lo personal. Y no precisamente por las controversias que atañen a su marido o por no tenerlo cerca. A esa incomprensión y soledad ya está más que acostumbrada. No obstante, la soledad más dura para la abuela de la princesa Leonor nace, precisamente, de estar acompañada. El estado de salud de Irene de Grecia, su inseparable hermana, está empeorando.
La emérita cuida de Irene, pero se siente sola
No es la primera vez que se pone sobre la mesa la delicada situación que vive la hermana pequeña de doña Sofía. Desde hace meses, el 'mal del olvido' que Irene padece a los 82 años ha sido uno de los temas que ha vertebrado la crónica real. Sobre todo teniendo en consideración que la enfermedad que padece la tía del Rey avanza lentamente, pero supone un deterioro cognitivo irreversible que cada vez la convierte en más dependiente de su entorno. De ahí que la emérita, con la que siempre ha contado, se ha convertido en la mayor de sus escuderas.
El caso es que, tal y como ha señalado la revista '¡Hola!' en exclusiva, no deja de ser duro para la mujer del emérito darse cuenta de que "ya no puede contar tanto con su hermana, su compañera inseparable de vida". De hecho, es ahora Irene quien depende de Sofía, pues de un tiempo a esta parte es ella quien se encarga de que se encuentre lo mejor posible pese a cuan amargo es el pretexto. Precisamente por eso siguen siendo un pack indivisible, en una rutina que comprende desde vivir juntas en Zarzuela hasta pasar el verano en el Palacio de Marivent.
Y es ahora que Sofía "ve cómo se va quedando más sola" y se lamenta porque "ya faltan muchas personas queridas", cuando más se ha entregado al bienestar de su hermana menor. Siempre tratando de no pensar demasiado en "la incertidumbre de lo que esta afección les reserva", pero organizando su agenda privada -y oficial- sin olvidarse de su compañera de vida. "La cuida muchísimo y no hay plan o cita privada sin ella", señala la citada publicación, refiriendo a "encuentros con su familia y amigos, meriendas-cenas, museos, cumpleaños y bodas".
Dos hermanas inseparables hasta el final
La de no separarse ni un segundo de Irene e integrarla en sus actividades, una forma de proceder que nace de su buena voluntad, pero que también entronca con las recomendaciones de los facultativos. "Los médicos le han dicho que tiene que salir, tener una vida activa y no aislarse", se ha hecho saber desde la revista.
De ahí que recientemente pudiéramos ver también a Irene como una de las invitadas a la boda de su sobrina Teodora en Atenas. Allí, Sofía se encargó de moverla en su silla de ruedas. Una actitud "admirable" a ojos de Carmen Enríquez, su biógrafa, que en declaraciones para el portal 'MujerHoy' puso en valor esta forma de devolverle a su hermana haber sido "su confidente, su apoyo".
Siempre ha sido así, en realidad. Basta con recordar que juntas ya se enfrentaron en el año 2002 al cáncer de mama que Irene padeció, por el que tuvo que someterse a un tratamiento de quimioterapia. Afortunadamente, la 'tía Pecu' se pudo recuperar satisfactoriamente hasta que ahora, cuando su salud se ha resentido de nuevo. Un nuevo rompecabezas en el que, para no fallar a las tradiciones, su hermana mayor sigue siendo una pieza fundamental.