El miércoles 31 de julio, la reina Letizia se desplazaba hasta París por los Juegos Olímpicos, pero antes de que ella llegara, llegaba su sangre. Literal. Del grupo 0+, para ser más exactos. Unas reservas sanguíneas que siempre van aparejadas a los viajes de la Reina. Y no es el único requisito que trae consigo una excursión real…
Poca gente conoce lo que entraña un simple viaje de estas características. Da igual lo corto o largo que sea este, sí o sí debe ir aparejado a un estricto protocolo médico que debe cumplirse en el cien por cien de los casos. En esta ocasión, un viaje para apoyar a los deportistas españoles del Equipo Olímpico, requiere, entre otras muchas cosas, varios litros de sangre, una ambulancia y una habitación en un hospital. Ahí es nada.
La salud de Letizia, en el centro del protocolo
Siempre que los reyes salen fuera de Madrid, les acompaña una importante reserva de su grupo sanguíneo. Letizia es una afortunada. Su grupo es uno de los más habituales en nuestro país, por lo que, en caso de que esa reserva imprescindible no fuese suficiente, sabe de sobra que habrá para ella en los bancos de sangre. En cambio, su suegro, Juan Carlos I, no tiene la misma suerte. Él es A-, y es bastante menos habitual; por lo que, cuando él reinaba, esta condición tenía que ser obligatoria.
El primer medio en exponer el estricto protocolo médico que trae consigo un viaje de estas características fue La Gaceta de Salamanca. El pasado mes de febrero, la Reina viajaba hasta esta provincia de Castilla y León para presidir los actos del Tour del Talento, enmarcados dentro de los premios Princesa de Girona. Entonces se publicaron todos los pasos imprescindibles que atañe un viaje, por muy exprés que sea, de un miembro de la familia real. Todo está pensado para velar por la salud y la integridad del ‘royal’ y, aunque esta regla no sea demasiada conocida, se lleva haciendo desde hace décadas.
Mucho más que sangre
Los requisitos médicos van más allá de tener unos cuantos litros de sangre en reserva. Viajar ‘a cuerpo de rey’ supone colocar la salud de Letizia o de Felipe en el centro. La integridad física de los monarcas es primordial. De ahí la obligatoriedad de disponer siempre de una ambulancia perfectamente equipada, que viaje muy cerca del coche oficial en el caso de que el vehículo esté en movimiento; o aparcada en las inmediaciones una vez estos estén en el acto.
Si pasara algo, esta ambulancia especial para los monarcas les llevaría de inmediato al centro hospitalario donde habría una habitación reservada para ellos. Desde que se plantea el viaje, el hospital guarda uno de sus espacios en la unidad de urgencias ex profeso para los Reyes.
Hasta la fecha, no ha sido necesario tener que recurrir a estos medios, pero están establecidos para que no haya que echarlos de menos en caso de necesidad.
La otra cara de los viajes de Letizia
Una vez que la integridad de la Reina está garantizada, toca prestar atención a todo lo que la envuelve; y de eso se encarga su equipo de imagen.
Letizia no deja nada al azar y su apariencia, por supuesto, no podía ser menos. Sus ángeles de la guarda a nivel estético tienen nombre y apellidos; ellas son Eva Fernández, su estilista, Luz Valero, la encargada de que su pelo luzca perfecto y, la incorporación más reciente, Natalia Belda; maquilladora. Estas tres mujeres son las encargadas de que la Reina se vea impecable cada vez que tiene un viaje. Y si este es de Estado, como ocurrió el pasado abril, se aseguran de ir con ella para que su imagen sea la que merece 'la reina más elegante de Europa', como ya la conocen.
El 17 de abril, los monarcas comenzaron su primer viaje de Estado (conjunto) del 2024. Holanda fue el lugar escogido, aprovechando que Máxima y Guillermo cumplían una década en el trono. Para la ocasión, Letizia, como viene siendo habitual, lució un tremendo despliegue de looks de día y de otras piezas de etiqueta para los actos de la noche. Una sofisticación bien distinta a la naturalidad que caracterizó su periplo por la capital francesa por la XXXIII Olimpiada.
El caso es que es todo un misterio cómo hacen Letizia y su equipo para transportar toda esta ropa. ¿Quizás en grandes baúles para que nada se arrugue? ¿Maletas duras para que los accesorios lleguen perfectos y no corran el riesgo de ser dañados? En el caso del vestuario de la reina, es determinante emplear unos buenos sets de viaje, que sean cómodos de transportar, con gran capacidad y que no estropeen las exclusivas piezas que van a contener. Para la ropa más informal, una buena maleta sería más que suficiente.
Unos se encargan de salvarle la vida, otros, de que su reputación no decaiga. De lo más vital a lo más banal. Un equipo dedicado a velar por ella tanto en el interior como en el exterior.