62 años viviendo en nuestro país, y doña Sofía sigue siendo ese personaje enigmático que tan bien creemos conocer, pero del que no tenemos ni la más remota idea. Si Letizia puede resultar una reina blindada, el lado más privado de su predecesora es, directamente, un acorazado.

Doña Sofía es misteriosa y no se ha preocupado demasiado en acabar con su fama. Posee pocas amistades cercanas, lo que la hace aún más impenetrable. La única manera que tuvimos de entrever su lado más personal fueron aquellas memorias que escribió Pilar Urbano en las que, a pesar de la buena intención, no salió bien parada. Pero, la emérita debe ser mucho más que unas frases desafortunadas y un acento inmutable. Desde Clara hemos querido desentrañar su compleja personalidad tirando de detalles que ella no puede controlar, como lo es su escritura.

Una reina en lucha por contener su emotividad

La letra de cada uno revela detalles insospechados de nuestra forma de ser. Curiosidades que, para el ojo inexperto, pasan totalmente inadvertidas, pero que para un grafólogo revelan absolutamente todo sobre el alma del que tiene delante. Una sonrisa o un saludo en un acto puede ser controlada, pero no una letra ‘t’ que uno escribe de una manera totalmente espontánea y sin cálculo alguno.

“La escritura de la reina emérita sorprende por su alta carga de emotividad”, nos descubre la grafóloga Sandra Cerro, que se ha adentrado en el lado más personal de la emérita a través de algunos ejemplos que le deslizamos desde nuestra redacción. Con esos textos delante, la experta no duda en calificar a la reina como una mujer tremendamente “sensible” que hace esfuerzos titánicos por no dejarse llevar por sus emociones; lo que provoca que se tenga “que contener mucho”.

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Esto haría de ella una mujer sensible, pero poco pasional, es decir, no cede a sus impulsos; siempre responde antes de reaccionar. Algo completamente aprendido y muy propio de las casas reales, donde, desde pequeños, los miembros aprenden esa contención que les será de ayuda cuando crezcan. “Doña Sofía nunca se va a dejar llevar por sus impulsos sin reflexionar previamente sobre las posibles consecuencias de sus decisiones o actos”.

Quizás, por esta sensibilidad inherente a su carácter, doña Sofía haya desarrollado una enorme empatía con todo su entorno. Algo que se aprecia en su debilidad por el mundo animal. La madre de Felipe VI lleva décadas concienciada con la alimentación vegetariana. De su dieta están desterradas las carnes. En su alimentación abundan los vegetales, las frutas y también hace una pequeña concesión a los pescados.

Siempre ha sentido una especial predilección por las causas animalistas, a las que ha apoyado gustosa. Todos recordamos lo feliz que fue cuando le regalaron unos burritos cuando visitó una reserva especializada en la protección de los asnos. Aquella sonrisa no dejaba lugar a dudas. Como tampoco lo deja su escritura, de la que Sandra Cerro destaca cómo “todo lo que ocurre a su alrededor le afecta mucho”; por lo que ella lucha por mantener una compostura “formalista y estoica”.

Sofía, responsable y comprometida con sus funciones

La grafóloga también descubre en la letra manuscrita de la emérita unos rasgos que hablan de la altísima responsabilidad que esta demuestra. “Hablamos de una mujer constante, muy perseverante y muy comprometida”, algo que se ve reflejado en su comportamiento al lado de su marido. A pesar de que hace años que la relación con Juan Carlos I se mueve únicamente en el terreno público y no en el privado, doña Sofía mantiene su compromiso con la institución. La Corona está por encima de su matrimonio y sus obligaciones para con la misma. Su letra, también demuestra esta excelente constante.

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Y no debe de ser fácil. Porque pese a que doña Sofía se nos presenta como esa mujer fría, de gesto templado, lo cierto es que es un hervidero de nervios. Además de su carácter emotivo, la suegra de Letizia es de natural inquieta. “Necesita el dinamismo en su día a día, la actividad, tanto física como intelectual y social, para sentirse bien”, nos cuenta la grafóloga. Lo vemos en su intensa agenda. La reina no se ha retirado de los actos públicos, a pesar de que Letizia y Felipe cargan con la gran mayoría de los compromisos, lo cierto es que doña Sofía es una de las monarcas ‘retiradas’ que menos lo están. Cada semana tiene algún evento; aunque, eso sí, siempre relacionados con aquellas de las causas con las que está especialmente sensibilizada, como el medio ambiente o la recogida de fondos para los diferentes bancos de alimentos.

La reina Sofía, con una autoestima inquebrantable

Pero hay más. Doña Sofía, a pesar de haber vivido toda su vida en una discreta sombra, en un medido segundo plano; lo cierto es que posee una autoestima a prueba de bombas. “El hecho de que la firma sea de un tamaño ligeramente mayor que el texto denota un puntito de orgullo de sí misma y de alta autoestima”, nos dice Sandra, que ha examinado un pequeño escrito en el que la emérita daba una enhorabuena a un restaurante en el que había almorzado.

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“Se aprecia mucha seguridad en sí misma y una admirable madurez propia de las personas que se sienten a gusto consigo mismas”, un rasgo que, tal y como la grafóloga señala, es muy evidente en personas “que han aprendido de los avatares de la vida y ya son capaces de llevarlo todo al terreno de lo sencillo y práctico, relativizando los problemas con sabiduría y sensatez”. Algo en lo que Sofía lleva siendo una verdadera maestra desde que era una niña, cuando tuvo que huir de su país natal y vivir en condiciones de suma pobreza a pesar de ser de la realeza.

Quizás, por esa tremenda seguridad en sí misma y enorme autoestima, no necesita sobresalir y sabe cómo hacer prevaler su voz. Y es que, aunque no desea protagonismo, eso no significa que no sea capaz de hacerse comprender. “Algún gesto tajante en forma de ángulo y las barras de las “tes” sobrevolando las astas nos avisan de que, aunque estemos ante una persona amable y serena, detrás se esconde también una mujer imperativa, que sabe imponer sus criterios y que no se deja contrariar con facilidad, cuando se sabe en posesión de la razón”.

Un notable cambio en la firma de doña Sofía

Con el paso de los años, la letra evoluciona y en, el caso de una reina, también su firma. Cuando se produjo la abdicación de Juan Carlos en 2014 y la consiguiente proclamación, las rúbricas de los reyes cambiaron.

Es costumbre que los monarcas acompañen su nombre con una ‘R’, así como ‘P.A’, en el caso de la princesa de Asturias. Cuando Letizia y Felipe se convirtieron en los nuevos Reyes, acuñaron esta costumbre, mientras que Sofía y Juan Carlos se despidieron de la letra. Sandra, analizando la firma de estos, entonces y ahora, señala que el tamaño que empleaba la entonces consorte era una ‘R’ más pequeña a la del resto, un signo, nos indica “que nuestra reina emérita siempre se sintió más Sofía que Reina, se valoró a sí misma mucho más como persona que como monarca”.