Un pestañeo y de vuelta al noviembre de 2023. Al día 7, para precisar. Fecha marcada para siempre en la Europa septentrional. Concretamente, en Dinamarca. Nadie allí vio venir lo que estaba por venir. Ni siquiera su propio protagonista, uno de los miembros más destacados de la dinastía Glücksburg. ¿Por qué tanta importancia? Se trataba nada más y nada menos que de Federico. Federico X, el rey Federico. El caso es que por entonces ni era Rey, ni anticipó la tormenta que en cuestión de segundos nubló su loada faceta personal.
Esa parte privada que, como en cualquier estirpe de la realeza, no deja de ser pública. En su caso, una estampa popular cuidada hasta el último detalle gracias al núcleo duro que había construido junto a Mary Donaldson, su mujer. La australiana, con la que contrajo matrimonio en el 2004 y con la que ha sido padre de cuatro hijos, tampoco sabía que estaba a punto de vivir uno de los momentos más convulsos de su trayectoria vital. De pronto, una portada empezó a circular. En la primera plana de una publicación extranjera, su marido aparecía con otra mujer. Y no anónima. Era Genoveva Casanova.
La que difundió la revista 'Lecturas', que en realidad no debiera tener mayor importancia... Si no fuese porque el hijo de Margarita II nunca advirtió a su esposa de estos encuentros secretos con la mexicana. Encuentros que, además, según quedó constatado el día 8 con el reportaje fotográfico completo disponible en los kioscos, se producían en el apartamento de Genoveva en Madrid. Entradas y salidas de un inmueble capturadas que, si bien no demostraban nada en claro, daban a entender que entre el futuro Rey de los daneses y la ex de Cayetano Martínez de Irujo había un vínculo de lo más íntimo. El escándalo estalló a escala internacional. Y Mary, por su parte, tomó una decisión: dar el ultimátum definitivo.
El ultimátum que cambió la historia de la monarquía danesa
Digerir la noticia fue de todo menos fácil. Había demasiados factores condicionantes que complicaban el escenario todavía más. Comenzando por algo tan primario como que la publicación que se había hecho eco de los engaños de Federico a su mujer era española. Engaños claros, al menos en materia de que el príncipe heredero se había aprovechado de un viaje de su mujer a los Estados Unidos para verse con Genoveva. Y justo cuando la imagen idílica de familia de anuncio se desmoronaba, el matrimonio lidiaba con la visita oficial de Felipe VI y Letizia a Copenhague. Irónica coincidencia.
No es de extrañar que, a pesar del inmarchitable propósito de mantener la compostura, hubiese instantes en los que las caras de alguno o de otro fuesen un poema. Tan pronto como terminó el compromiso, los rumores de crisis entre la pareja se acentuaron. Sobre todo por el movimiento de una Mary que, ágil y abrumada, decidió marcharse de forma temporal de Dinamarca casi de forma obligada hasta su tierra natal para tomar distancia. Un viaje a Australia en el que solamente estuvo acompañada de sus hijos pequeños. Días sola... Pero decidida.
Tan pronto como volvió a verse con su marido, que acabó por desplazarse también al país oceánico junto a su hija Isabella, ella no le dio opción. Así lo apuntó Luis Pliego, director de 'Lecturas' en una intervención para el programa 'TardeAR' de Telecinco. "O somos Reyes ahora o esto se acaba", dijo ella. Y por sorprendente que parezca, la situación era tan límite que la petición fue aceptada. De ahí que una Reina tan asentada y querida como su suegra Margarita, que siempre había jurado y perjurado que su tiempo en el poder caducaría cuando ella falleciese, abdicó tras más de cinco décadas como jefa de Estado.
La ahora exmonarca lo hizo saber a los súbditos de la Corona de forma totalmente inesperada en el tradicional discurso de fin de año. Fue entonces cuando se hizo saber que Federico, su primogénito, sería coronado el 14 de enero venidero. Así fue, y cuando tan solo habían pasado dos meses desde que todo saltó por los aires, el baile de sillas en el poder del país nórdico se hizo efectivo. Y hubo beso. Federico, con los ojos brillosos de emoción en el balcón del majestuoso Palacio de Christiansborg, y mientras el pueblo aplaudía su paso al frente, besó a su mujer en los labios. Un nuevo comienzo, esta vez como Reyes, y dispuestos a diluir cualquier atisbo de crisis.
La nueva realidad de la pareja un año después del desastre
Un año después de la difusión de las imágenes de la discordia, la situación es radicalmente distinta. Y no solo por el hecho de que ahora son Rey y Reina consorte o porque de Genoveva Casanova se sabe entre poco y nada, pues hasta hace muy poco no volvió a escena tras 'desaparecer' cuando la bomba explotó. También por el esfuerzo titánico que el matrimonio ha hecho por reconstruir la confianza e incluso demostrarse cariño en actos públicos. De forma más o menos orgánica, vuelven a estar unidos. Como si nada hubiese sucedido.
Con su primogénito, el príncipe heredero Christian de Dinamarca, viviendo una temporada en África, y sin haberse pronunciado nunca sobre las instantáneas que cambiaron su relación para siempre. Han corrido el velo más tupido y de ningún modo se prevé que nada especial suceda en sus vidas, más allá de seguir con su agenda oficial. Curiosa y reseñable coincidencia que Mary haya roto a llorar en la previa a este amargo aniversario. Eso sí, no por nada relacionado con este episodio marital que ya es agua pasada. Sucedió en la entrega de premios del Día de la Ayuda a la Infancia, donde según el medio 'Billed-Bladet', la Reina no pudo reprimir las lágrimas durante el discurso de la premiada Eva Riedel.