Seguramente no voy a ser muy justa con los libros que leí a principios de año, porque me he dado cuenta al hacer la recopilación de que casi todas las recomendaciones que voy a hacer son publicaciones recientes. Debe ser por aquello de que una buena lectura permite superar el duelo por la lectura anterior que tanto había gustado. En fin, sea por lo que sea, de lo que he leído este año, te recomiendo estos 6 libros.
Baumgartner, de Paul Auster (Ed. Seix Barral)
La última novela del recientemente fallecido Paul Auster me ha permitido despedirme de un autor por el que siempre he sentido una devoción especial. El palacio de la luna, Leviatán o Diario de invierno, están entre mis obras preferidas. Baumgartner ha sido una bonita manera de decirnos adiós. En ella, un escritor y profesor universitario afronta al duelo por la muerte de su esposa de una manera decididamente peculiar. No habrá una nueva novela de Auster. Lo que nos queda es releer sus obras, algo por lo que dar las gracias a Seix Barral, que las está reeditando.
Mesa para dos, de Amor Towles (Ed. Salamandra)
La primera novela que leí de Amor Towles fue Normas de cortesía —si no la has leído, estás tardando— y Mesa para dos me ha permitido reencontrarme con una de las protagonistas de esta primera publicación en una historia que me ha recordado muy de lejos a la película L.A. Confidential. Es la historia más larga de las que se recopilan en el libro y la única que tiene como escenario Hollywood. El resto tiene lugar o desemboca en Nueva York. Son seis historias cortas que vale la pena leer solo para conocer sus maravillosos personajes: un falsificador, un agricultor ruso reconvertido por la revolución, etc.
Tom Lake, de Ann Patchett (Ed. AdN)
¿Qué sabemos de las personas que fueron nuestros padres antes de tener hijos? ¿Qué saben nuestros hijos de quiénes éramos o lo que sentíamos antes de que ellos nacieran? Tom Lake es una novela que habla sobre el amor, el que pasó por nuestra vida y se fue, el que se ha quedado, el de pareja, el materno, el paterno… Y lo hace a través de una familia atascada en su granja por el COVID, en la que el pasado de la madre como actriz y su fugaz relación con una estrella del cine todavía ocupa el imaginario familiar.
Intermezzo, de Sally Rooney (Ed Random House)
Descubrí a esta autora en su best seller, Gente normal, y ni la novela anterior o la posterior me gustaron tanto como esta. De hecho, dudaba si leer Intermezzo por si no se repetía ese clic mágico que te engancha a una lectura. Nada más lejos de la realidad. Peter e Iván, los protagonistas de esta historia, se me han metido debajo de la piel. Su incompetencia sentimental y su complicada relación, deteriorada tras la muerte de su padre, tiene algo de enternecedor. Además, hay que reconocerle a Rooney su capacidad para crear protagonistas únicos, con historias originales.
Una tienda en Chicken Hill, de James McBride (Ed. Tusquets)
Chiken Hill es un suburbio de Pensilvania. Un lugar cuya población ha ido cambiando a medida que llegaban trabajadores y comerciantes judíos y afroamericanos, algo mal tolerado por la población blanca, algunos de los cuales asumen como normal entrar en las filas del Ku Kux Klan como reacción a la ruptura de su status quo. El autor, de madre judía y padre afroamericano, retrata maravillosamente a estas comunidades diversas, a veces solidarias, a veces incapaces de entenderse. Porque aunque la trama gira alrededor de Dodo, un niño sordo afroamericano que se ha quedado huérfano y encuentra una nueva madre judía, en realidad, cada personaje tiene su lugar y su propia historia y es imposible no encariñarse con todos y cada uno de ellos (excepto de los que llevan capirote, claro).
Las máscaras del miedo, de Camelia Cavadia (Ed. Omen)
No había leído nunca una novela de Camelia Cavadia, pero espero que esta no sea la última. Vaya por delante que no es una novela fácil. A veces hay que dejarla un rato para poder digerir algunos pasajes o reflexionar sobre lo leído. Pero para quienes hemos tenido la suerte de tener una infancia feliz, es una manera de abrir los ojos a las vivencias de otros niños que sufren la violencia dentro de su hogar, el lugar donde deberían sentirse a salvo y amados. Y no solo eso, es ver cómo lo que se ha vivido de pequeños puede marcar el futuro, de cómo el pasado forja personalidades o crea “máscaras”.