La tradición monárquica en Europa se extiende de norte a sur. Desde la península escandinava hasta la ibérica, dejando a su paso otras tantas familias reales en la zona central de continente. Véase el caso de la de Holanda, con el rey Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta al frente, o la de Bélgica. La institución belga, una de esas que eventualmente queda olvidada o rezagada a un segundo plano por llevar la discreción a su máxima potencia.

Es probable que sea de ese desconocimiento que no todo el mundo tenga el placer de saberse de buena tinta los entresijos de esta dinastía tan particular. Porque sí, como acostumbra a suceder entre los miembros de cualquier clan 'royal', también en la Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha ha habido momentos convulsos. Nada mejor que echar la vista atrás para comprender que, antes de que el rey Felipe I ocupase el primer escalafón del poder, hubo unas cuantas rencillas que resolver.

Del abrupto final de Balduino al impopular Alberto II

Y no demasiado lejos en la línea temporal hay que marcharse en dirección al pasado para dar con la época en la que Felipe no fue sucesor. Tan simple como que quien reinó en el país centroeuropeo entre los años 1951 y 1993, durante más de cuatro décadas, era su tío. Sí, su tío, que no su padre. El rey Balduino, el mayor de los tres varones nacidos del matrimonio entre Leopoldo III y Isabel Gabriela de Baviera, era quien estaba al mando.

fabiola balduino
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A su lado una española, con la que se casó en el año 1960. La aristócrata madrileña Fabiola de Mora y Aragón, hija de los marqueses de Casa Riera y hermana de Jaime de Mora, el indiscutible 'rey' de la noche marbellí, fue su punto de apoyo durante su tiempo en el poder en el rol de Reina consorte. No obstante, y por llamativo que resulte en la realeza, no tuvieron descendencia. De ahí que en todo momento urdiesen un plan B con vistas a futuro. ¿Su opción favorita? Su sobrino Felipe. Sea como fuere, quien acabó reinando fue Alberto, reconvertido en Alberto II, el hermano de Balduino.

Alberto II y Paola
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En ningún caso figuraba entre los planes de los Reyes que terminase reinando él, un hombre criticado, que ya en su rol de príncipe había protagonizado todo tipo de escándalos. En cualquier caso, al morir Balduino de forma inesperada por un ataque cardíaco durante sus vacaciones en Motril, era él, tercer hijo -y segundo varón- de Leopoldo III el heredero natural. Una tragedia de última hora que precipitó toda disputa interna, pues por aquel entonces Balduino veía en su sobrino Felipe el futuro de la Corona, mientras que Alberto y su esposa, la italiana Paola Ruffo di Calabria, prefería a su hija Astrid dadas las críticas a su primogénito. Las rencillas se esfumaron porque había que seguir hacia adelante.

Felipe de Bélgica, el sueño cumplido de su malogrado tío

Porque sí, cuando el 9 de agosto de 1993 ascendió Alberto al trono, no solo era ya un 'cincuentón', sino que había tenido tiempo de sobras para formar su propia familia. Además, una familia numerosa. Cuatro fueron los hijos nacidos del matrimonio entre el antiguo Rey de los belgas: Felipe, Astrid, Lorenzo y Delfina. Por lógica sucesoria, el sueño de Balduino terminaría por verse cumplido... Aunque ver a Felipe en el poder no fue tan sencillo. Y por algo tan básico a la vez que aparentemente baladí como que no estaba casado. Los rumores sobre esa soltería incesante sonaban demasiado fuerte, hasta el punto de que fue ese uno de los motivos por los que, pese a tener ya 33 años cuando Balduino murió, se prefirió que su padre ocupase el trono en contra de los deseos del Rey fallecido. ¿Por qué no encontraba pareja? ¿Se casaría algún día? ¿Es que acaso no le apetecía reinar? La respuesta a -casi- todo llegó en el año 1999.

Felipe y Matilde de Bélgica
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Por aquel entonces, Felipe tenía ya 39 años. Eso y una serie de sambenitos colgados a su espalda, entre los que estaba el de hombre frustrado e incluso la etiqueta de homosexual. Todo quedó en nada en el momento en el que, tan solo seis años después de fallecer su tío, el entonces duque de Brabante entonó el 'sí, quiero' con la afable y católica Matilde d'Udekem. Lo hicieron tras tres años de relación secreta, y con un anuncio del compromiso que cogió totalmente desprevenido al pueblo belga, tan solo tres meses antes del enlace.

Felipe de Bélgica, Matilde y sus hijos
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Asimismo, el 4 de diciembre acogió la catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas la ceremonia religiosa. Para saberse que estaban a punto de ampliar la familia hubo que esperar hasta el 2001, cuando nació la princesa Elisabeth, la actual heredera. La primogénita y la primera de cuatro, como si Felipe hubiese querido seguir los pasos de su padre en eso de ser seis en casa. En el 2003 llegó al mundo el príncipe Gabriel, en 2005 el príncipe Emmanuel y en 2008 la princesa Eleonore.

Tan solo un lustro después del nacimiento de su cuarta hija, Felipe, el duque que siempre prefirió estar en un segundo plano y no parecía del todo cómodo con la idea de ser soberano, no tuvo más remedio que coger el testigo. El 21 de julio de 2013 se hizo efectiva la abdicación de Alberto II y comenzó su reinado. Un reinado que, entre tantísimas otras cosas, significa por fin el sueño cumplido de su tío Balduino.