El último fin de semana del mes de noviembre se ha cerrado por todo lo alto en París. La capital francesa, ciudad del amor y la moda por excelencia, ha acogido un año más una de las citas más destacadas en el calendario de la alta sociedad. El Baile de Debutantes, conocido a efectos oficiales como 'Le Bal', distinguida celebración que en la práctica se sirve como una fiesta con fines benéficos. No obstante, el ejercicio de ostentación es máximo y la participación de un grupo de jovencitas ha vuelto a ser el gran reclamo de cara a la galería.

A fin de cuentas, y más allá de destinarse en esta ocasión los fondos recaudados para fundaciones como el Hospital Infantil Maria Fareri o la Asociación para la Investigación de Enfermedades Cardiacas Congénitas del Hospital Necker, las protagonistas son ellas. Chicas cuya presencia en escena en este evento procura poner sobre la mesa el "empoderamiento de las mujeres y la armonía entre las debutantes y los 'cavaliers' -los chicos que las acompañan- de todo el mundo". Así lo señaló Ophelie Renouard, su impulsora. Y entre ellas en este 2024, Eugenia de Borbón.

Un nombre que puede sonar familiar, pero cuyo origen queda ciertamente nublado por el apellido de la realeza española. No obstante, ser Borbón es en su caso el legado de su padre, Luis Alfonso de Borbón. Aristócrata radicado en Francia, pretendiente legitimista al trono francés y, entre otros tantos títulos, hijo de Carmen Martínez-Bordiú, nieta mayor del dictador Francisco Franco. Aparte de Sofía Yadigaroglu, Eugenia fue la única española invitada en esta ocasión. También, la única en lucir una tiara.

La tiara de Eugenia de Borbón, una joya ajena a la familia

Tiara que, como era de esperar, ha terminado por acaparar toda la atención de la crónica de salones. Y eso que para hacer su inolvidable aparición en el lujoso Hotel Shangri-La, la joven de 17 años había cuidado todo detalle más allá de los accesorios. Comenzando por la ropa, claro está. Para muestra, el despampanante vestido de Carolina Herrera que lució, con mismo diseño que el que lució Margarita Vargas, su madre, en la boda de Alberto de Mónaco con Charlene Wittstock en el 2011.

Sea como fuere, el hecho de apostar por llevar corona fue sin duda el gran qué del look elegido por Eugenia. Tan simple como que el resto de invitadas a este acto exclusivo prefirieron no hacerlo, de modo que la duda estaba servida: ¿cuál podía ser el motivo que había llevado a la bisnieta de Franco a optar por esta tiara? ¿Quizás su historia? ¿Una herencia? Lo cierto es que sí había un motivo de peso tras tan sonada elección, pero en ningún caso uno que remita a la herencia familiar. Según se ha hecho saber, la alhaja no era más que el reflejo del protocolo -o exigencias- de 'Le Bal'.

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Todo porque este baile tan particular y a veces tachado de anacrónico sirve como escaparate de V Muse, firma joyera patrocinadora del mismo, de modo que Eugenia, que al parecer sí gustaba de la idea de 'coronarse', se adecuó a este acuerdo comercial. De ahí que la pieza seleccionada fuese cedida por la marca con motivo de la ocasión. Una pieza, además, con mucho relato.

Una pieza de los años 30 subastada por 100.000 euros

La materialización de su diseño, de la mano de la maison Boucheron y al más puro estilo 'Art Decó', data del año 1935. Se creó para lady Anne Norman, casada con el segundo barón de Aberconway. Con una particularidad imposible de reseñar si no se tiene ojo analítico para la joyería, pues cabe destacar que no todas las piedras que luce esta pieza son buenas. No lo son ni la piedra central, que aparece de manera destacada en el grupo principal de la corona, ni un total de otros 21 diamantes. Un detalle importante, pero que no le resta excesivo valor, pues se ha hecho saber que su  remate rozó los 100.000 euros.

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Sí, remate, porque -como podía auspiciarse- no fue esta una creación propia de V Muse. La firma la adquirió en el año 2018 en una subasta realizada por la icónica casa Christie's. Concretamente, en el lote 188 y anunciada por la época como 'Tiara/collar Art Decó de diamantes e imitación de diamantes'. Sin fallar a la realidad, pero tampoco a su origen aristocrático. No hay error porque, por sorprendente que parezca, esta tiara también tiene su versión en collar.

Y de hecho ya había aparecido en ese formato en un Baile de Debutantes anterior. Hélène de Orleans, invitada en 2022, se animó por entonces a ataviar su cuello con ella. La viva prueba de que, a pesar de no ser totalmente verdaderas sus gemas, tan histórica pieza sigue cautivando a las nuevas generaciones.