Es solo una sílaba, pero no siempre que deseamos pronunciarla somos capaces de hacerlo, sobre todo cuando sentimos que con ello vamos a defraudar las expectativas de otra persona. Si ante este tipo de situaciones prefieres traicionarte a ti misma antes que contrarias a los demás, estás renunciando a tu libertad y cayendo en una actitud que puede acabar siendo muy dañina para tu equilibrio interior.

La buena noticia es que se puede aprender a decir no, y, de hecho, es adictivo. Cuanto más lo dices, más liberada y más fácil te resulta hacerlo. Es muy útil tener coletillas preparadas como las frases para decir no que te hemos planteado en la galería de arriba.

Es importante ir trabajando esta capacidad porque las personas que suelen tener dificultades para plantear una negativa tienden a dar más validez a las opiniones y emociones ajenas que a las propias y detrás de esa tendencia se esconde una baja autoestima. Aprender a decir no sin sentirte culpable es uno de los primeros pasos para subir el autoestima.

Claves para decir que no elegantemente

  • Guarda las formas. Cuando nos sentimos inseguros tendemos a adoptar actitudes bruscas o impertinentes. Es más fácil que nos entiendan si nos mostramos educados.
  • Sé honesta. No tienes por qué dar una excusa, y menos inventarla. Estás en tu derecho de decir que algo no te apetece. Por otro lado, si mientes, lo más seguro es que la otra persona se dé cuenta y se moleste.
  • Muéstrate tranquila. La seguridad es siempre la mejor estrategia. Intenta hablar de forma relajada aunque firme.
  • Propón otra alternativa. Siempre existen diferentes formas de encarar una misma situación. Ayuda a encontrar otras soluciones que satisfagan a ambas partes.

3 errores a evitar cuando dices no

  • Precipitarte. Si en ese momento no estás segura de lo que debes responder, antes de adquirir un compromiso incómodo pide un tiempo para pensártelo.
  • Justificarte. Una cosa es dar una breve respuesta tipo “ya tengo otro compromiso” y otra perderte en explicaciones que acabarán sonando a excusa.
  • Pedir perdón. Una escueta disculpa es suficiente. Si te excedes y pasas a pedir perdón, implícitamente estarás asumiendo una responsabilidad que no es tuya.

Se puede aprender a decir no

Nuestra personalidad influye a la hora de encarar este tipo de situaciones en las que hemos de dar una respuesta concreta. Pero nuestra reacción también responde a un comportamiento aprendido. Si hemos tenido experiencias negativas con anterioridad, tenderemos a buscar la solución más cómoda o menos comprometida (que no siempre significa la mejor) y cada vez reafirmaremos más esta actitud. Pero si, por el contrario, nos atrevemos a decir “no” una primera vez, la siguiente nos resultará mucho más fácil.

¿Por qué nos cuesta tanto decir que no?

  • Evitamos el conflicto. Cuando decimos “no” en cierta manera estamos enfrentándonos al entorno o a la persona que tenemos delante. Sin embargo, aunque en ese momento es mucho más cómodo ceder, a la larga esta actitud nos perjudicará.
  • Queremos gustar. Sentimos que si decimos “no” defraudaremos a la otra persona y, en el peor de los casos, seremos rechazados. Pero ¿y qué hay de nosotros? ¿No tenemos la obligación de ser fieles a nosotros mismos y de no autoengañarnos?
  • Creemos no tener derecho. Es uno de los síntomas más claros de falta de autoestima. En nuestro yo más profundo consideramos que las prioridades ajenas son siempre mucho más impor- tantes que las nuestras.
  • No valoramos nuestra opinión. Aunque tengamos sobrados argumentos para negarnos, consideramos que estos no tienen tanta validez como los que presenta la otra parte, y subestimamos así nuestro criterio.