Las brochas de maquillaje han dejado de ser de uso exclusivo de los profesionales y han tomado nuestros neceseres. Pero la mayoría de nosotras todavía no sabemos cómo y para qué se utiliza cada una. Por eso, hemos elaborado un manual con las más básicas. Por supuesto que hay más, claro. Pero estas son las que deberías conocer y tener más a mano. Algunas de ellas tienen doble uso, así que son muy prácticas. Aprender a maquillarte con brocha hará que el resultado final sea mucho más preciso y natural.
Tipos de brochas y para qué se utilizan
- Para la base de maquillaje. La base de maquillaje líquida se aplica con un pincel plano y largo, de punta redondeada. Debes empezar por el centro del rostro y después ir difuminando hacia fuera. Si quieres aplicar las técnicas del contouring, te recomendamos una brocha doble que te sirva tanto para el exterior del rostro como para las partes más angulosas de la cara.
- Para los ojos. Necesitas tres tipos de pinceles: uno para las cejas, fino y corto, que permita rellenar calvitas; otro para las sombras, suave y redondeado, ideal para difuminarlas y crear un efecto ahumado; y otro para el eyeliner, corto y biselado, que te permita jugar con diversos acabados.
- Para los labios. Sí, también es necesario, sobre todo para aplicar tonos oscuros. Empieza perfilando la boca y después rellena. Mucho más preciso y duradero que si lo haces directamente con la barra.
- Para aplicar polvos. El colorete se aplica con una brocha ancha y biselada, con el pelo muy suave para difuminar mejor; los polvos de sol, con una brocha plana y redonda, que se impregna solo de la cantidad necesaria; y los polvos sueltos, el remate final de todo buen maquillaje, con una brocha larga y redonda, que permita llegar bien a todos los rincones de la cara.
Por Sonia Murillo